Extraños experimentos

Un viaje de fin de curso... sencillo...más para unos niños que están a punto de entrar a secundaria. ¿A dónde ir? ¿A Disneylandia? ¿A Warner? no...

No se les ocurre mejor destino que llevarlos a Rusia... ¿para qué? para que aprecien otra cultura, otras costumbres... vamos... sería lógico pensar eso si es de buenas.

Pero no... los llevan a instalaciones biológicas, para formar futuros alumnos en biología, ingeniería y muchas ramas científicas. Varios niños están encantados con la idea de hecho, les fascina el pensar cómo serán esos laboratorios... ¿ Qué tendrán? ¿proyectos de un vehículo nuevo? ¿Una nueva vacuna?... esas eran las típicas preguntas... lo curioso era qué no dejarían mostrar...

Habiendo llegado a su destino apenas 3 días antes, días que emplearon en visitar la famosa plaza roja, junto al kremlin, degustando platos típicos como el Borsch, el Shchi, etc...; llegaron al punto culmen de la visita... las instalaciones científicas, donde habían edificios parecidos a barracones del ejército, pero bien tapiados, con verjas de seguridad electrificadas, etc...; era un complejo donde la seguridad era más que primordial, era una rutina. Cuando llegó el autobús con los alumnos, dieron paso al método de rutina de seguridad: nada de comida, nada de objetos peligrosos, nada de cámaras ni móviles... nada. Entraban con lo puesto. Era algo para ver en aquel momento y olvidarlo.

Hicieron la cuenta de los alumnos y los profesores, les dieron tarjetas a cada uno y varios científicos los condujeron a las salas preparadas para la visita. Entre los "juegos" que habría, era sacar una muestra a algunos alumnos para que en las máquinas presenciaran análisis que indicaban la altura, el peso, etc...; algo inocente para que vieran los progresos científicos. 

Siguiendo con el recorrido predeterminado, uno de los alumnos, lúcido y espabilado como el solo, decide separarse... tenía curiosidad por ver más de lo que les habían enseñado. Así que sorteando varios obstáculos, sabiéndose esconder muy bien y cogiendo el punto ciego de las cámaras de seguridad (algo sorprendente en un niño), sigue a uno de los científicos hasta una sala, y en esa sala había varias puertas. No había cámaras, algo raro, visto la alta seguridad en otras zonas. No le da importancia a los letreros que encuentra en ruso y entra por la primera puerta a la izquierda... cuidando de no hacer ruido, eso sí, porque si le pillaban, le podría caer un castigo ejemplar... 

Cerrando la puerta tras él, se encuentra todo oscuro... bien estuvo al esconder en el zapato un mechero que compró de recuerdo con forma de matrioska y que no se lo pillara el guardia, al menos gozaba de un poco de luz. Y bien que hubiera hecho también no encenderlo... porque la poca luz que emitía dejaba ver que era un pasillo bastante largo, con estanterias repletas de jaulas y, en su interior, cientos y cientos de animales... varios moribundos, algunos llorando, en su mayoría perros... el pobre chiquillo reprimió un quejido y un llanto... no podía creer lo que estaba viendo. Varios perros se acercaban al tope de las jaulas para reclamar un poco de cariño que seguramente no habían tenido la oportunidad de experimentar nunca. Y algunos de hecho, eran cachorros recién nacidos o pequeños... no daba crédito. Siguió el camino y encontró otra puerta. Ya le daba igual que los científicos lo descubrieran... estaba en shock... había visto demasiado.

Pero lo peor vino cuando atravesó la siguiente puerta... varios científicos en mesas de operaciones, "operando" algo... ensangrentados sobre espesos charcos bajo sus pies de color rojo... y entonces cometería su último error... girar la cabeza a la derecha. Encontrando una pila de cadáveres de animales, e incluso algunos moribundos... abiertos en canal, despellejados, mutilados... y esa vez no pudo reprimir el grito... gritó y lloró como nunca lo había hecho. Sobresaltó a los científicos y uno de ellos se quitó el traje que llevaba y fue hasta el niño, solo para cerrarle los ojos y abrazarlo. Los otros científicos gritaron, extrañas palabras en ruso, casi maldiciendo, mientras el científico sacó al niño de allí, llorando a lágrima viva, preguntando por qué hacían eso, por qué trataban a los animales así... tanto fue lo que gritó que de repente, se desmayó...

Finalmente despertó en el hotel... una pesadilla, pensó... si no fuera porque habían 3 perritos con él, durmiendo plácidamente, y una nota sobre la mesa de noche. No podía entenderla, estaba en ruso... pero una profesora, que sabía el idioma, le escribió otra nota que le dejó en la misma mesa de noche... supuso que era la traducción... y esta decía: tu curiosidad salvó a tres cachorros de la muerte...; mientras los cachorros lloraban y lamían la cara llena de lágrimas del niño, marcado ya de por vida.


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